lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

El Grupo de Investigación Histórica y Etnográfica de Cogeces del Monte (GIHEC) comparte esta felicitación con todos nuestros seguidores, amigos y colaboradores. 
Se representa La Adoración de los Pastores, una tabla al óleo que se encuentra en el retablo mayor de la iglesia de La Asunción de Cogeces del Monte, obra del pintor Gabriel de Cárdenas Maldonado y realizada hacia 1580. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Algunos apuntes sobre la obra del pintor Gabriel Cárdenas Maldonado

Gabriel de Cárdenas Maldonado es un pintor cuellarano de la segunda mitad del siglo XVI, cuyas características pictóricas se relacionan con las de la escuela vallisoletana del momento y se supone que también realizó algunos viajes a El Escorial para conocer la pintura de los maestros italianos que allí estaban trabajando.  Su trabajo se limita a la antigua diócesis de Segovia, encontramos pintura suya en especialmente en la localidad donde está instalado su taller, en Cuéllar,  pero también en Fuentepelayo, Sepúlveda y Riaza, y en los pueblos de su Villa y Tierra.
También se relacionan mucho sus trabajos con los escultores Pedro de Bolduque, que tuvo temporalmente allí su taller y su discípulo Roque Muñoz, que posteriormente trabajará en la Villa y Tierra, sobre todo en labor de dorado y pintura de retablos pero también en algunas tallas y contribuye con sus representaciones para los retablos. Se conservan varias pinturas de él, especialmente el tríptico del Museo del Prado, el cual dio inicio al estudio sobre este auto. Fue el historiador Diego Angulo Íñiguez, el que descubrió una pintura suya en la colección Jane Hauser de Nueva York, el cual fue posteriormente adquirido por el Museo Nacional del Prado en el año 1983. Los últimos estudios sobre este pintor son los realizados por Fernando Collar de Cáceres, que hizo una amplia labor de archivo publicando el trabajo que este artista había dejado en el antiguo obispado de Segovia. 
Tal vez, el anterior tríptico neoyorquino, sea la mejor pintura de este artista donde deja patente su influencia rafaelesca en los personajes, en este caso se inspira en la Virgen de la Rosa de Rafael Sanzio, pero también destacan pinceladas cortas y pastosas de los fondos. 
Gabriel de Cárdenas Maldonado
Tríptico de la Sagrada Familia
1578
Museo Nacional del Prado, Madrid.
Rafael Sanzio,
Virgen de la Rosa, o Sagrada Familia con San Juanito
h. 1520
Museo Nacional del Prado, Madrid. 
Tablas en la iglesia parroquial de Cogeces del Monte
Otra de las obras más importantes de él, son las tablas que hay en el retablo mayor de la iglesia parroquial de La Asunción en Cogeces del Monte, en este caso los doce lienzos que decoran parte del retablo están dedicados a escenas de la Vida de Cristo y de la Virgen María. En este retablo se definen sus características como el empleo personal del claroscuro, a través del uso del sfumato y luces tornasoladas que suavizan las formas. Así mismo persisten fórmulas manieristas tomadas de pintores como Tiziano o Corregio y también en algunas ocasiones de los Bassano o de Sebastiano del Piombo. 
En cuanto a las composiciones se inspira en varios grabados y estampas del francés Cornelis Cort, como la que exponemos en este caso del Bautismo de Cristo, con unos personajes principales muy miguelangelescos en cuanto al movimiento que tienen y también la supresión de algunas de las imágenes del grabado principal. De manera similar ocurre con la tabla que representa la Anunciación, donde las figuras tienen mayor definición plástica, en este caso, a la hora de componer la escena, se ha servido de la misma parte superior de la escena del Bautismo, para representar a Dios Padre, además en el grabado se ve perfectamente como la escena está en negativo, y el artista la ha reinterpretado. También es interesante la tabla de la Huída a Egipto, en este caso, además de sus características actuales en las que podemos ver en el rostro de la Virgen un arrepentimiento del pintor, en donde ha cambiado la composición de la mirada del rostro, podemos ver en este caso la influencia de Antonio Allegri da Correggio, donde vemos la pintura que ha servido de inspiración definitiva a Gabriel de Cárdenas Maldonado, es una pintura que representa a la Virgen de la Leche o Madonna del Latte con un ángel, lienzo que actualmente se encuentra en el Museo de Artes de Budapest. 

Gabriel de Cárdenas Maldonado
Bautismo de Cristo h. 1580
Iglesia de La Asunción, Cogeces del Monte
Cornelis Cort
Grabado del Bautismo de Cristo
1575

Anunciación de la Virgen, grabado de Cornelis Cort y tabla de Gabriel de Cárdenas Maldonado en el Retablo mayor de La Asunción de Cogeces del Monte (h. 1580)
Antonio Allegri da Correggio
Madonna del Latte e un angelo 1525
Szépmïvézseti Muzeum, Budapest, Hungría

Federico Barocci
La Madonna del Gatto
 1575
© The National Gallery, London
    
Huída a Egipto de Gabriel de Cárdenas Maldonado, realizada hacia 1580 para el retablo de la Asunción de Nuestra Señora de Cogeces del Monte. En el detalle de la pintura se puede ver el arrepentimiento del pintor que posteriormente rectificó. Sin embargo, sabemos también cual fue el grabado en el que primeramente se inspiró, en este caso, es de Cornelis Cort sobre una representación del descanso en la Huída a Egipto, también del propio Antonio Allegri da Correggio, se puede ver en el rostro de la Virgen y en la forma que estira el brazo, ya que en el caso del pintor cuellarano queda bastante forzada.  Aunque por otro lado, es más seguro que se inspirara en la Madonna del Gatto, de Federico Barocci, de la cual ya circulaba un grabado de Cornelis Cort sobre la Vida de la Virgen María, muy interesante, porque en este caso Cárdenas utiliza a la Virgen y el Niño y elimina la figura de San Juan Bautista. 



Bibliografía:
Angulo Íñiguez, Diego, “Gabriel de Cárdenas: tríptico firmado en 1588”, Archivo Español de Arte, XLI, Madrid, 1973, pp. 189-190.

Collar de Cáceres, Fernando, “Gabriel de Cárdenas Maldonado, con motivo del tríptico adquirido para el Museo del Prado”, Boletín del Museo del Prado, IV, Madrid, 1983, p. 140.

Collar de Cáceres, Fernando, Pintura en la antigua diócesis de Segovia (1500-1631), I y II Segovia, 1989, pp. 345-359.

Collar de Cáceres, Fernando, “Oración en el Huerto”, Las Edades del Hombre, El Árbol de la Vida, Segovia, 2003. pp. 91-92.

Fiz Fuertes, Irune, “Prendimiento”, Las Edades del Hombre, El Árbol de la Vida, Segovia, 2003. pp. 100-101.

Herguedas Vela, Miguel, "El pintor Gabriel de Cárdenas Maldonado y su participación en la iglesia de Cogeces del Monte", Arcamadre, 13, julio de 2011, pp. 35-46.

Urrea Fernández, Jesús, “Precisiones y nuevas obras de Pedro Bolduque”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, Valladolid, 1975, p. 667.

Valdivieso González, Enrique, Cátalogo monumental de la provincia de Valladolid. VIII. Antiguo partido judicial de Peñafiel, Valladolid, 1975, pp. 62-63.

Velasco Bayón, Balbino, “Tablas de Maldonado en Cuéllar. ¿Gabriel de Cárdenas Maldonado?”, Estudios Segovianos, XXV, Segovia, 1973, pp. 554-555.

Miguel Herguedas Vela






lunes, 2 de diciembre de 2013

Fotogrametría del monasterio de la Armedilla


El creciente interés por la Armedilla tuvo un punto de inflexión entre los años 2006 y 2007, en los que se pusieron en marcha varios trabajos de documentación e investigación pormenorizados. Junto a un estudio documental y una excavación arqueológica, se llevó a cabo un encargo para hacer un levantamiento en 3D mediante escaner digital a tarvés de nubes de millones de puntos. Este trabajo fue, como los otros citados, auspiciado y financiado por la Junta de Castilla y León a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural. Su dirección corrió a cargo de Jesús San José y Juanjo Fernández, del Laboratorio de Fotogrametría de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valladolid. Esta es una breve presentación visual de los resultados. Que la disfruteis.





lunes, 25 de noviembre de 2013

La fiesta de los toros y su plaza en Montemayor de Pililla

La tradición y la costumbre hacen casi inseparable la comunión entre los toros y Montemayor de Pililla, ya lo dice la coplilla “en Montemayor novillos…”, esta unión tiene su lugar preferente de encuentro en la Plaza de Toros atalancada que, año tras año, se construye con motivo de la Función de la Exaltación de la Santa Cruz. 


Esta plaza de madera, que ahora llaman empalizada, ya que se construye con palos, pies derechos, vigas, burladeros, tablas y charranchas, se ha venido realizando en los espacios públicos señeros, la Plaza de Mayor o la Plaza de la Iglesia, hasta que la urbanización y el hormigón la han colocado en las afueras, en la “playa” junto al campo de fútbol. El lugar es lo de menos, desde que las gentes de este pueblo tienen uso de razón, incluidos los años de la Guerra Civil, se ha conformado según manda la tradición. 

La expectación crece desde mediados de agosto por ver como va construyéndose nuestra plaza. No hay vecino de esta villa que no tenga una anécdota, un cuento acaecido en ella. No hay vivencias más profundas que las que se acumulan entre sus maderos, comenzando por el sorteo del “tablao” o “entablao”, temprano el “día de la Víspera
”, hasta los sustos y risas por la ropa de “Domingo” rota o manchada con las vaquillas el “día de la Abuela”, pasando por el triduo festivo al completo. Miedo, valentía, amoríos, coraje, en fin, una serie de sentimientos que no se pueden encorsetar en unas cuartillas y que perpetúan el festejo popular en ese recinto querido. 



Por ello estamos intentando preservarla desde la Asociación Cultural Taurina la Empalizada de los vientos cambiantes, de las modas o de los encargados de turno, para protegerla y proteger nuestra memoria colectiva, uno de los pocos hitos o ritos que conservamos frente a la “modernez” arrolladora.




Javier Sanz




lunes, 18 de noviembre de 2013

I Jornadas del Patrimonio: Gestión Integral del Patrimonio Cultural


Inauguración de las I Jornadas de Patrimonio
Durante los días 8 y 9 de noviembre tuvieron lugar estas jornadas dedicadas al Patrimonio Cultural. Gihec, como co-organizadores junto a Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio de Valladolid, queremos agradecer a los participantes su interés, a las instituciones (Dirección General de Patrimonio Cultural, Universidad Miguel de Cervantes y Ayuntamiento de Cogeces del Monte) su apoyo y colaboración. Estamos mas que satisfechos por el resultado.

La jornada del primer día tuvo lugar en el Salón de Grados de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, tras la presentación e inauguración la primera conferencia fue llevada a cabo por Enrique Sáiz Martín, Director General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, bajo el título "El patrimonio como motor de desarrollo en Castilla y León" mostrando las diferentes intervenciones en las que ha intervenido la Junta, y de ella podemos destacar:

El patrimonio cultural es complejo y varía y amplía su concepto. En la actualidad nadie cuestiona la necesidad de valorar el llamado patrimonio inmaterial en la misma medida que el tangible. En estos tiempos son necesarios la implicación social y una profunda reflexión sobre la gestión patrimonial.
Conferencia de Enrique Saíz
El Patrimonio como motor de desarrollo en Castilla y León
Tras ésta, intervino el presidente de la Asociación de Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio de Valladolid, Miguel Ángel García Velasco, que además también estuvo en la coordinación del curso, en ella nos mostró una amplia reflexión sobre el concepto del patrimonio cultural y sus diversas formas de manifestación: Hay muchas manifestaciones humanas que hoy no se consideran culturales y pueden llegar a constituir bienes futuros del patrimonio cultural.

Intervención de Miguel Ángel García Velasco
Tipos de patrimonio y ejemplos de gestión aplicados
 
Bajo el título "Investigación y puesta en valor del patrimonio arqueológico en Castilla y León" Jesús del Val intervino en una conferencia en la que mostró diferentes yacimientos gestionados por la Junta de Castilla y León, de ella podemos destacar: 
 El Patrimonio arqueológico es especialmente frágil y requiere de un tratamiento, muy específico. Su investigación y puesta en valor exige grandes dosis de pragmatismo y un esfuerzo en la socialización de su conocimiento y preservación.
Presentación de la conferencia de Jesús del Val
Investigación y puesta en valor del patrimonio arqueológico en Castilla y León

La sesión de la tarde comenzó con la conferencia de David Muriel Alonso, Técnico de Desarrollo Local de Medina del Campo, en la que señaló que La gestión del patrimonio cultural a escala local requiere de una seria programación que puede incardinarse en la gestión turística a través de recursos en los que la participación ciudadana es clave.

Conferencia de David Muriel
Ejemplos de gestión patrimonial en Medina del Campo
Esta primera jornada finalizó con una mesa redonda que estuvo presidida y moderada por Carlos Belloso Martín, Decano de la Facultad de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. En ella participaron los coordinadores de las jornadas Consuelo Escribano Velasco y Miguel Ángel García Velasco y también David Muriel Alonso donde respondieron a diferentes preguntas sobre el patrimonio cultural.  

La segunda sesión de las I Jornadas de Patrimonio tuvo lugar en Cogeces del Monte, en el Salón de Actos del Ayuntamiento y se ha realizado una visita al Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla. Comenzó con la conferencia del profesor de la Universidad de Valladolid, Francisco Javier Gómez, cuya dedicación a la sociología hizo reflexionar en varios aspectos del patrimonio especialmente en la necesidad de evaluar el impacto que éste tiene a la hora de hacer su gestión, ya que los niveles de evaluación en estos aspectos están a un nivel muy primitivo. 
Mesa redonda 
Las asignaturas pendientes en la gestión patrimonial en relación con el turismo cultural deben ser objeto de evaluación.
También se trataron temas relacionados con la museografía, en la conferencia llevada a cabo por el miembro del GIHEC Roberto Losa, con su experiencia en la gestión de colecciones locales nos ofreció una conferencia en la que pudimos comprobar los objetivos hacia los que un museo ha de dirigirse, debe ser profesional, atraer a los visitantes, dinamizar la vida cultural de la comunidad y contar con los medios culturales básicos. 
Intervención de Francisco Javier Gómez 
La práctica de la museografía a escala local es compleja. Una garantía de la buena gestión es la correcta programación, Los proyectos han de tener en cuenta los objetivos, la realidad económica en la que se inserta la sociedad que los acoge y cual es su posible proyección real.

Presentación de la Conferencia de Roberto Losa
Museografía y expresión en el ámbito rural
Además, la mañana se cerró con una visita interpretativa al Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla, guiada por Consuelo Escribano Velasco, en la que tras visitar las ruinas se pudo hacer un pequeño cruce de ideas sobre cómo se deben gestionar estos lugares tan complejos.

Por la tarde el profesor Ignacio Molina, del departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid, en su conferencia, en la que propuso diferentes formas de llevar a cabo la gestión del patrimonio a escala local y la importancia que éste tiene en su desarrollo. 
Visita al Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla
La última conferencia fue llevada a cabo por los miembros del GIHEC, Consuelo Escribano Velasco y Miguel Herguedas Vela que expusieron la forma en que el grupo de investigación se organiza y sus diversas actividades relacionadas con la innovación en el estudio, catalogación y presentación publica del patrimonio cultural. 
Conferencia de Ignacio Molina
El patrimonio cultural como eje vertebrador del desarrollo local
Tras el resultado de estas primeras jornadas creemos necesario seguir impulsando este tipo de actividades por lo debido al interés de muchos de los asistentes nos sentimos con fuerzas para en años venideros realizar las siguientes sesiones. 

Miguel Herguedas y Consuelo Escribano
Nuevas orientaciones en la gestión del patrimonio cultural

martes, 12 de noviembre de 2013

La Armedilla. Arqueología con emoción


Llegar a la Armedilla es, en principio, una sorpresa, pues tras la curva de la carretera y casi inesperadamente, te das de bruces con la imagen recortada de una espadaña que parece emerger de la ladera. Es un lugar hermoso, una ruina solemne, sobria y llena de energía donde el clima se muestra crudamente exagerado: sofocante y helador, dependiendo de la estación.

Hay que dar muchas vueltas a estas ruinas para entender su funcionamiento. La propia evolución y la incuria son responsables de una amalgama de muros y vacíos, de abrevaderos y gradas, de difícil comprensión. 

A la vez es un lugar intemporal en el que se cruzan significados y valores, un complejo de sombras y luces que atrapan a las mentes mas inquietas y a los sentidos mas exigentes. 

Mucho mas allá de la belleza de la ruina, de las leyendas que lo aderezan y de las fotografías que se le hacen, se entrevé un significado histórico, territorial,socioeconómico, antropológico...

Estar allí tiene un sentido casi telúrico, como si un eje te atravesara y anclara al suelo, a las raíces, y luego te proyectara a una copa invisible que mueve el viento, que se tuesta al sol y se humedece con el relente del valle. 

El origen del monasterio jerónimo de La Armedilla está en lo pequeño, lo mínimo diría yo, de una cuevita, un abrigo de caliza de pequeñas dimensiones, donde según cuenta el Padre Sigüenza, una imagen de la virgen fue escondida de moros, hasta que unos pastores –cómo no- la devolvieron a las gentes. Resultó que era una milagrera reliquia y los devotos empezaron a peregrinar, lo que requería de la presencia de un ermitaño.

Al Concejo de Cuéllar, en cuyos límites mas norteños se hallaba la cueva, debió parecer gravoso el mantenimiento de esa ermita, así que ofrecieron a los monjes cistercienses de Sacramenia este lugar. Sin entrar en mas detalles, parece que la callada fue la respuesta y jamás existió un monasterio cister en la Armedilla. 

Deconstruir decenios de ideas sobre los monjes del cister asentados allí, a base de copiar y reproducir el error, no ha sido tarea fácil, mas aún si quien lo dice es una arqueóloga, esa especie de lo que viene a interpretarse como una aventurera ( por no decir rara avis) de profesión vocacional de la que poco o nada se sabe.

Así que las venerables ruinas que llegaron a nosotros son jerónimas, oficialmente a partir de 1402, cuando se firma el documento de toma de posesión por los monjes de la Mejorada de Olmedo. Fue Fernando de Antequera, señor de Peñafiel y Cuellar y futuro Fernando I de Aragón, dona a estos nuevos moradores la hermyta e granja con todas las edificaciones della. 

La ermita era ya una iglesia semirupestre a la que se adjunta una granja. ¿Era esta una de aquellas granjas de los monjes cistercienses? Pudiera ser, pero no hay un solo dato mas en esa dirección, al menos por el momento. Vaya bicoca de lugar de estudio, no tiene mas que preguntas y las soluciones cuestan miles de horas de trabajo, de contrastar opiniones, de saber entender el territorio, de las distancias a las casas de las que dependían. Todo un galimatías. 

Son estos jerónimos, orden ascendente de la época, quienes heredan la antigua ermitiella y anejos y comienzan a levantar el monasterio sobre tres terrazas artificiales. 
La terraza baja abraza la pequeña iglesia e instala el claustro y en su derredor, todas las dependencias.

La Cueva se convirtió en cripta y 30 escalones hacia arriba una nueva iglesia de planta rectangular servía para el culto monacal. Esta nueva iglesia ocupa la terraza intermedia. Un siglo mas tarde, siendo ya los Alburquerque los señores cuellaranos, ejercieron su mecenazgo en la Armedilla levantando un palacete, en el que algunos de ellos testaron, y, muy a su pesar, una nueva iglesia, junto a la portería y sobre la huerta, ya en la terraza inferior 

Antes de excavar los arqueólogos trabajan. 


Sin estridencias e intentando que se compensen los esfuerzos presupuestarios y el rendimiento científico, se ponen en marcha los mecanismos técnicos que permiten conocer mejor este lugar sobre el que se han repetido imprecisiones. 

Lo mas duro, estar sin estar, lo mejor, ver que se podía hacer, que se iba a hacer. 

Poner al día toda la documentación del Archivo Histórico Nacional –la que se salvó de la desamortización- y lo poco y especialmente inesperado del Archivo Diocesano –que por error se guardó como “ Cuentas de un particular” fue un inicio alentador que nos daba perspectivas de análisis sobre la economía conventual en el XVIII, sobre las decisiones capitulares, las explotaciones dependientes del Monasterio, y un sinfín de noticias sobre la estructura monacal. 

Hasta entonces se carecía de planimetría y la fotogrametría con scaner digital puso a nuestro alcance, con las limitaciones y aciertos propias del método empleado, ortofotografías de millones de puntos de los alzados del monasterio. 


La excavación en el claustro. 
Vista general de la galería norte del claustro. 
Al  fondo se aprecian las huellas de los arcos formeros
Junto a la cueva se abría el patio o claustro reglar. Una estructura incompleta, parcialmente desaparecida bajo los escombros, sin las bóvedas que se decían cistercienses por ser de crucería, según se pueden ver en las fotografías realizadas por Francisco Antón hacia 1920. Había quienes decían que este había sido completamente expoliado y que el pedrerío se hallaba en una finca de un pueblo próximo.

En 2006, apenas quedaba un espacio cuadrangular de 25 x 25 metros invadido por la vegetación. En algunos de los muros, se apreciaban las huellas del arranque de los arcos formeros que definían parte de las bóvedas de crucería hoy desaparecidas, y de las que dimos cuenta en el registro arqueológico.

La panda occidental estaba colmatada por un potente nivel de escombro compuesto por sillares, molduras de ventanas, claves de bóveda….procedentes de los alzados de las fábricas. Muros y bóvedas yacían sobre el suelo de la galería tras el abandono del complejo monástico entorno a los siglos XIX y XX. 

El primer sondeo nos dejó reconocer los restos de un pavimento de losas que recorría los pasillos del claustro que se conservaba como un elemento purame
nte residual; apenas una solitaria losa de piedra encajada en el fuste de una de las columnas adosadas al muro de la galería

Enfrentado a esta columna y a una distancia de tres metros, aparecieron los restos de un muro que servía de apoyo a un pilar de planta cruziforme, bastante similar a los que se conservan en el monasterio de Nuestra Señora de la Estrella en la Rioja, cenobio perteneciente a la misma orden religiosa que la Armedilla y fundado en la misma época –Siglo XV-. 

Estos resultados nos fueron de gran utilidad a la hora de comenzar la intervención arqueológica extensiva en las pandas. 
Los niveles de escombro llegaban a tener hasta tres metros de espesor decidiéndose, en aquel momento, su retirada. De este modo, se hacía mas comprensible el trazado y altura en sus origen y durante su uso entre los siglos XV y XVI. 

Las galerías del claustro contaban con un muro bajo donde se ubican los restos de pilares de donde arrancan los nervios de bóvedas de crucería que van a descansar sobre columnas dispuestas frente a ellos a intervalos regulares. 
La retirada del escombro constató el expolio de las losas del pavimento original, del que solo se conservan dos losas, una de ellas encajada en una columna del pasillo norte, la otra junto a uno de los muros de la galería oeste. Lla facilidad de para su obtención y la buena factura que tenían garantizaban su reubicación y reutilización en nuevos edificios. 

Otro tanto ocurrió con las 12 semicolumnas adosadas a los muros internos del claustro, de las que en buena parte de los casos solo quedan las bases y que no comparecieron durante el trabajo de desescombro, y con las jambas de las 5 o 6 puertas detectadas en el proceso de excavación arqueológica. 

Sabemos de estas 6 puertas, una de ellas daba acceso al Camarín de la Virgen, obra fechada en 1692, localizada junto a la cabecera de la Iglesia, en la esquina NO del claustro. 

En este mismo pasillo se localiza una nueva abertura. Destaca por no solo su relativa monumentalidad, configurando un acceso de buenas dimensiones, sino también por el arrasamiento de su estructura. Nuevamente las jambas están totalmente expoliadas. 

Si tenemos en cuenta que en todo monasterio existen dos estancias dotadas de mayor importancia como son el refectorio y la sala capitular, posiblemente nos encontremos ante la entrada de una de ellas. 

La excavación arqueológica también nos ha permitido identificar el aspecto último que tenían los lienzos del cenobio. En algunos tramos vemos como conservan un revestimiento de cal que en ocasiones está pintado simulando un trampantojo de sillares con llagueado pintado en negro. Incluso comparecen graffitti, concretamente una botella. Los documentos del monasterio nos hablan del uso de esta técnica decorativa en los primeros años del siglo XVI, conservando este aspecto hasta la desamortización y posterior abandono del recinto monástico en el siglo XIX. 

Como es sabido, La Armedilla es un lugar bien abastecido de agua y posee una red con captación en el Arca Madre. Ese flujo de agua es conducido y canalizado por los monjes a través de atarjeas y tubos de arcilla machihembrados, hasta las diferentes estancias del mismos y dada su configuración aterrazada sobre la ladera la propia caída facilitaba el discurso del agua por todo el monasterio para acabar, bajo la terraza inferior, canalizada hasta la huerta del convento.

Los pasillos que definen el área claustral no solo sirvieron a los frailes como lugar de encuentro y reflexión espiritual, también fue el lugar elegido como última morada. Allí se hicieron enterrar algunos miembros de la comunidad jerónima, una cuestión recogida en las citas documentales y reconocida por la excavación arqueológica. Conocemos su ubicación en el claustro bajo como sugiere el acta capitular del 28 de diciembre de 1748 que con motivo de la fabricación de nuevas tumbas de piedra se realiza el traslado de los restos de algunos monjes: También propuso nuestro Padre Prior si gustaba la Comunidad hacer entierro y dar sepultura a los huesos de nuestros Hermanos difuntos, que havian sacado del Claustro con la ocasion de haverse echo sepulturas de piedra de silleria. 

El registro arqueológico ha permitido identificar dos sepulturas localizadas en el pasillo oeste; se trata de dos fosas excavadas en el subsuelo. 

La intervención arqueológica realizada en la zona del claustro reglar de la Armedilla permitió, además, identificar elementos que habían pasado desapercibidos hasta entonces. Un machón rematado en la zona superior con un vierteaguas, venía a poner de manifiesto el remate de alero de la cubierta del claustro en su planta baja.
Se acometió un inventario, catalogación y reubicación del material pétreo obtenido del desescombro de una fase de consolidación previa de los muros de la iglesia, un trabajo que nunca se había acometido hasta ese momento.

Para finalizar, tener la oportunidad de haber realizado este análisis arqueológico no ha hecho sino ampliar nuestro conocimiento histórico del lugar, corroborando hipótesis que venían analizándose ya desde hacía unos años. Sin embargo, el estado de conservación de los paramentos de la construcción, incluso bajo cota 0, es tan lamentable, que necesita ir permanentemente acompañado de una intervención de consolidación y restauración de las ruinas, un proyecto específico, que en ese momento excedió las previsiones iniciales.

Consuelo Escribano Velasco

BIBLIOGRAFÍA
A la izquierda podemos ver uno de los elementos constructivos recuperados. Se trata de la clave central de una de las bóvedas hundidas en de la galería norte del claustro. A la derecha diferentes marcas de cantero detectadas en algunas de las piezas: estrella de cinco puntas y tridente.
ALONSO S., RUANO M.A. Y ESCRIBANO, C. “Estudio, caracterización y reconstrucción virtual del Monasterio de Ntra. Sra. de la Armedilla, Cogeces del Monte (Valladolid)”, Actas del IV Congreso Internacional “Restaurar la memoria”. Arqueología, Arte y Restauración. Arpa 2004. 2006. 

BUENO DOMINGUEZ, Mª.L. Espacios de Vida y Muerte en la Edad Media. Editorial Semuret. España, 2001

CRESPO DÍEZ, M., HERRÁN MARTINEZ, J.I., PUENTE APARICO, M.J. (2006): El Monasterio Cisterciense de Santa María de Matallana. Diputación de Valladolid. 2006. 

ESCRIBANO VELASCO, C. Actuación arqueológica en el Monasterio de Nuestra Señora de La Armedilla. Informe inédito depositado en el Servicio Territorial de Cultura de Valladolid. 1992. 

GARCÍA DEL POZO, E. La Armedilla. Un monasterio olvidado. Diputación de Valladolid. 2005. 

GARCÍA DEL POZO, E. Informe técnico de los trabajos arqueológicos llevados a cabo en el Monasterio de Nuestra Sra. de la Armedilla, en Cogeces del Monte (Valladolid) en 2001. Informe inédito depositado en el Servicio Territorial de Cultura de Valladolid. 2002. 

GARCÍA FLORES, A. “La iglesia del Monasterio jerónimo de Santa María de la Armedilla (Cogeces del Monte, Valladolid): documentos para la historia de su construcción y de otros objetos artísticos”. Memoria Eclesial XVII. Oviedo.2000. 

HERNÁNDEZ MONTERO, J. A. “El Monasterio de Santa María de La Armedilla (I)”. La Villa. Cuellar. 2001. 

HERNÁNDEZ MONTERO, J. A. “El Monasterio de Santa María de La Armedilla (II)”. La Villa. Cuellar. 2002. 

RUIZ HERNANDO, J. A. Los Monasterios Jerónimos Españoles. Segovia.1997 

SERCAM S.C.L. a (2007): “Estudio Documental del Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora de la Armedilla, Cogeces del Monte, Valladolid”. Informe inédito depositado en la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales. Consejería de Cultura y Turismo. Junta de Castilla y León. 

SERCAM S.C.L. b (2007): “Informe de los trabajos arqueológicos en el Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla, Cogeces del Monte, Valladolid”. Informe inédito depositado en la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales. Consejería de Cultura y Turismo. Junta de Castilla y León. 

Sigüenza, J. Historia de la Orden de San Jerónimo. Junta de Castilla y León. Valladolid. 2000.

jueves, 31 de octubre de 2013

El Castro de la Plaza, Pico de la Frente (Cogeces del Monte)


Pico de la frente sobre el que se sitúa el Castro de la Plaza.
Vista desde la confluencia de los arroyos Valcorba y Cogeces.


Vivencias de una arqueóloga





Recientemente caía, por sorpresa, en mis manos una fotografía que me hicieron allá por 1986 en una de las camapañas de excavación arqueológica en el Castro de la Plaza. Tal vez en un descanso o al final de la jornada o, por qué no, al comienzo de la mañana, decidimos hacernos una el director de la excavación, José Antonio Rodríguez Marcos, y yo, espalda con espalda. Era en mi pueblo, yo formaba parte del equipo de intervención, estaba recién licenciada, acabada mi carrera , formándome en el campo, como se brean los auténticos arqueólogos, para luego en decenas y centenares horas de taller, estudio, dibujo y mas estudio, llegar a escribir unas cuantas ,líneas que permitan entender cómo era la vida hace mil o dos mil años. 

Mis recuerdos de aquella campaña son maravillosos. Estudiantes ávidos de aprender, protolicenciados con los dientes largos por estar allí, en primera línea de una investigación de tanto interés, directores de gran trayectoria y talla intelectual, cogezanos que nos visitaban y alucinaban con nuestras fomas de trabajo (la cara de Valerio Arranz viéndome tirar de pico, pala criba y lo que fuera menester era un poema), el papel de Julio Andrés como alcalde y amigo de todos, las albóndigas de Yayo, los paseos por los poyatos del Quiñón y por el bosque encantado, las vistas desde el Pico de la Frente que apelaban a que este era un lugar esencial que dominaba del Duero en Tudela hasta las cabeceras de los valles; todo se junta en mi cabeza atropellado pero como si hubiera sido ayer mismo. 
Hoy veintiséis años después, sigo teniendo las mismas ganas de conocer sobre este lugar y su significado, conservo la amistad de muchos de los que allí trabajamos y tengo un nudo en la garganta al recordar tanto trabajo y tantas satisfacciones. 
Va por Marcos, que infatigable recompone el puzzle de la ocupación del Bronce Medio en el centro de la Cuenca del Duero, que hizo de esto su tesis doctoral y que es mi amigo. Va también por Rober, que incluyó este maravilloso lugar emblemático en uno de los pasajes de su primera novela, Por el honor de los Vacceos.



El Castro de La Plaza

Vista aérea del Castro de la Plaza y Pico de La Frente


Plano del Castro de la Plaza utilizado por Delibes y Manzano en 1981.
Hace fresco por la mañana en septiembre. El traqueteo dentro del Land Rover de nueve plazas nos mantiene despiertos y oscilantes. Subimos la cuesta de Peroleja y percibimos el enorme desnivel hasta llegar ala llanura del páramo. Pasamos los campos de cereal cosechado y nos adentramos por un camino hasta el bosque de encinas. Apuntan algunos enebros y sabinas, robles, espinos, espantalobos y jazmines. 

Somos arqueólogos. Nuestra jornada comienza pronto. No hay nadie en el camino. Vamos forrados de ropa. En el habitáculo del coche no hay un sitio vacío; amontonamos a nuestros pies trípodes, cabeza de nivel, jalones, cámaras de fotos en sus fundas, los cuadernos de campo, el papel cuadriculado, cintas métricas, guantes, bolsas, fichas en blanco. Tenemos una perspectiva de conocimiento. Movemos incansablemente la tierra para analizar hasta el mas mínimo detalle. Es importante lo que hay y lo que no hay, su relación, localización, posición, conservación. 


Hemos llegado a una superficie abierta, una herida gruesa que se abre en el bosque. A ambos lados se amontonan piedras en lomos de acantilados mínimos. Estamos en el centro de la nada que fue un enorme túmulo, ahora vaciado por las máquinas excavadoras, en el cierre del Castro de la Plaza.


Conocido ya por Agapito y Revilla y recogido en la Carta Arqueológica de Federico Wattemberg a mediados de los 70 del siglo XX, era, entonces, interpretado como un castro de la Edad del Hierro, uno mas de los hasta entonces conocidos. Su situación en el extremo noroeste del término municipal de Cogeces del Monte, sobre un promontorio de páramo a 876 m sobre el nivel del mar, dominando la confluencia de los arroyos Valcorba y Cogeces, ofrece unas bellísimas, magníficas y extensas posibilidades visuales sobre el Duero. 

A comienzos de los 80 la noticia de su desmantelamiento, prácticamente total, para que la piedra que conformaba la gran defensa fuera directamente a una machacadora, supuso como reacción inmediata, la realización de un exhaustivo y sistemático trabajo arqueológico bajo la dirección de Germán Delibes y Julio Manzano. Fueron ellos quieres prospectaron el lugar por primera vez, caracterizando este enorme encerradero de mas de 17 ha. en el que se desmentía una ocupación de la II Edad del Hierro. Fueron ellos los primeros en realizar una excavación arqueológica, determinando datos interesantísimos sobre las características de esta enorme muralla de mas de 150 m de longitud por mas de 20 de anchura y 4 de altura. 

Pacientemente observaron, documentaron y analizaron los materiales y técnicas que se habían empleado para levantar esta muralla. Bloques desiguales de caliza habían sido trabados con tierra. La enorme defensa solo se interrumpía en una posible entrada, aparentemente coincidente con la embocadura del camino actual que comunica este espacio con la población de Cogeces del Monte. 

Tras sus importantes trabajos, la batuta de la dirección arqueológica de las investigaciones en La Plaza pasó a José Antonio Rodríguez Marcos , quien intervino hasta tres veces, entre los años 1980 y 1986, aportando novedades respecto al conocimiento de este tipo de enclaves y de sus defensas. Estas actuaciones permitieron reconocer que la muralla sufrió un intenso fuego, siendo posible reconocer troncos de madera carbonizados y bloques de caliza convertidos en cal viva, lo que nos permite apuntar la utilización del encofrado para su construcción y su mantenimiento, a la vez que los procesos destructivos de aquella. 


Ortofotografía del castro de la Plaza.
 Con las flechas se señala la llaga de la muralla. 
Fotografía proporcionada por J.A. Rodríguez Marcos.

El imponente lugar corresponde a una época en la que se han documentado decenas de pequeños poblados situados en el fondo de los mismos. Es por ello que ha sido interpretado como un núcleo aglutinador de los pobladores del entorno. Aún no hemos reconocido estructuras en su interior, tampoco restos materiales que apunten a una posible actividad ganadera o agrícola del gran espacio que encierra la muralla. Entonces ¿Qué se hacía allí? ¿Cúal era la función del castro de la Plaza? 

Cerámica de carena alta tipo protocogotas, de la Plaza.

Es innegable que la sociedad que levantó la gran estructura defensiva tuvo que invertir un esfuerzo enorme en hacerlo.; tiempo e individuos exigen de una organización, del concepto de trabajo para la comunidad y de la existencia de una jerarquización social compleja . Quizá sea un lugar de referencia territorial no ocupado de forma permanente sino solo en momentos de encuentro entre las diversas comunidades de una misma zona, siendo esta impresionante muralla, hoy venida a menos, el testimonio simbólico de una comunidad de mediados de la Edad del Bronce. Intercambios comerciales, lazos de parentesco, celebraciones rituales, concertación de matrimonios, exhibición del estatus, administración de normas…..y quién sabe cúantas cosas mas, pudieron celebrarse en la plaza de forma periódica.

Las intervenciones en el Castro de la Plaza han permitido datar un horizonte cultural específico, hoy bien conocido como horizonte Cogeces, La Plaza o Protocogotas, cuya datación se sitúa alrededor de 1600 a C. 

Mucho queda aún por saber de este lugar que ha permanecido en la memoria de la gente hasta la actualidad. La realidad de la Plaza se mezcla con la costumbre y el mito e incluso ha sido objeto de tratamiento literario.

Consuelo Escribano Velasco

También se puede consultar la siguiente bibliografía sobre este yacimiento: