Comentarios a la versión recopilada en Cogeces del Monte, Valladolid. Por Consuelo Escribano Velasco.
En Sevilla a un sevillano siete hijos le dio Dios,
Y tuvo la mala suerte que ninguno fue varón.
Un día a la más pequeña le tiró la inclinación
de ir a servir al Rey vestidita de varón.
No vayas, hija, no vayas que te van a conocer,
tienes el pelo muy largo y verán que eres mujer.
Si el pelo llevo muy largo padre, me lo cortaré
que con el pelo cortado un varón pareceré.
Siete años peleando y nadie la conoció
hasta montar al caballo la espada se le cayó.
Maldita sea la espada y maldita sea yo
y el Rey que la estaba viendo de ella se enamoró.
Ya celebraron la boda y con ella se casó,
montadita en su caballo a palacio la llevó.
Ignoraba, cuando empecé este gusto por descifrar lo antiguo, lo grato que sería investigar, aprender y compartir eso que precisamente tanto me interesaba y éste es sólo uno de los muchos ejemplos. El trabajo de recopilar romances y estudiar su significado se muestra como un atractivo entretenimiento y un aprendizaje constante, tanto por el significado que encierran en su origen como por las transformaciones a las que se han visto sometidos a lo largo del tiempo y su actualidad a día de hoy: intérpretes, ocasiones, versionados, etc.
El romance español es una de nuestras específicas manifestaciones culturales que retrotrae sus raíces a épocas antiguas y fue generalizándose en el siglo XV. Se caracteriza por su compostura rimada, su brevedad, por ser de creación anónima, por su difusión popular y por ser un elemento de la cultura tradicional que ha ido transformándose a lo largo del tiempo, por lo que abundan las versiones de los temas tanto en su contenido literario como en su interpretación musical.
Con la firme decisión de documentar, entre otras muchas cuestiones relativas al patrimonio cultural, los romances vivos aún en nuestros pueblos, algunos estudiosos locales se han propuesto no sólo recuperar texto y música sino entender su significado y comprender su importancia a lo largo del tiempo, su dispersión y su antigüedad. En nuestro caso, nos ocuparemos de uno de aquellos romances cantados de manera exclusiva por las mujeres, muchas veces protagonistas de aquéllos y encargadas seculares de mantener en sus comunidades la oralidad del conocimiento.
El romance de La Doncella Guerrera es un texto muy popular que todavía hoy es interpretado en muchos pueblos de la geografía española y empieza con la siguiente cantinela: “En Sevilla a un sevillano….”
Éste ha sido el recuerdo de muchas personas a lo largo de los años, repetido, reiterado y transmitido de generación en generación. En Cogeces del Monte, el romance fue recopilado y documentado por Joaquín Díaz hace mas de 30 años, aunque no se ha realizado ningún trabajo específico sobre el mismo hasta ahora y esa es la tarea en la que me he embarcado. Así, este romance ha sido grabado en julio de 2012 a Milagros Molpeceres.
El texto trata el antiguo tema de la virgo bellatrix/doncella guerrera, para el que han querido buscarse conexiones con el mundo clásico griego e incluso se han propuesto algunas conexiones orientales. Lo cierto es que ya a comienzos del siglo XVI, en el prólogo de la dedicatoria de la Crónica del muy valiente y esforçado cavallero Platir, editado en la imprenta de Nicolás Tyerri (Valladolid, 1533), aparecen datos directos sobre aquellas mujeres que se señalaron en el esfuerzo de las armas, como Florinda, hija del rey Tarnaes de Lacedemonia, y que éstas eran del agrado de los señores. En este mismo siglo XVI, en la comedia Aulegraphia, Ferreira de Vasconcellos pone en boca de uno de sus personajes los primeros versos del romance original.
Pero, más allá de la aparición en la narrativa caballeresca española, el tema de la doncella guerrera encerraba una larga tradición oral protagonizando historias desde la antigüedad remota de dos formas claras. En unas ocasiones se trataba de aguerridas guerreras, amazonas belicosas por naturaleza y educación e inicialmente andrófobas; mientras que, en otros casos, las protagonistas son doncellas que han de dedicarse a los menesteres de la guerra practicando la caballería, transformadas en varones, encubriendo su propio sexo, sólo de un modo circunstancial. Este último es el caso que nos ocupa.
La figura femenina, no podemos obviarlo, ha constituido el eje primordial de muchísimos romances, otorgándole siempre un papel filtrado desde la óptica del varón que tergiversa el papel que ella ha de jugar, a su conveniencia y convirtiendo a la mujer en la depositaria de la honra del varón, en este caso, del padre.
Sobre las versiones de este romance, muy numerosas por cierto, han llegado a clasificarse en dos grandes grupos fundamentales: uno constituido por la más compleja y original, que colocamos en el texto más abajo, y otro por las variantes más breves a las que, a veces, se otorga un cierto carácter infantil, a las que respondería la versión recopilada enCogeces del Monte, Valladolid.
En este singular y extendido romance, cuya versión abreviada se conserva en numerosos lugares, la figura femenina de la famosa virgen/doncella guerrera (virgo bellatrix) está personalizada en la menor de siete hermanas sevillanas –circunstancia que parece hacer del padre un desgraciado, ya que carece de descendencia de varones-, cuya “inclinación” le hace prestarse de forma voluntaria para ir a la guerra, constituyendo la solución absoluta y definitiva a la desgracia paterna. Esta cuestión, solventada para cubrir la honra de un padre sin hijos varones que había de afrontar esta obligación con el rey, al objeto de acudir a guerrear con honor, hace necesario que la doncella deba travestirse de hombre. Así, de un modo sencillo, en estas versiones breves se expone que ha de cortarse el pelo, mientras que en otras más complejas se alude, además, al fajado del pecho, a la necesidad de curtir la blancura de la piel, etc. No obstante, la condición femenina de la protagonista no puede ser completamente ocultada, de ahí que de su feminidad oculta bajo el disfraz lo único que le queda visible, es su “carita de mujer”, en la versión cogezana el pelo largo, (sus ojos de mujer en las versiones amplias), una cuestión que puede comprometer sus relaciones con otros varones.
La doncella debe guerrear pero salvaguardando su honor, por lo que si se ve descubierta se prevé su vuelta al hogar transformada de nuevo en la doncella sumisa que se espera que sea. En la versión recogida en Cogeces del Monte,, de forma súbita, la revelación de su verdadera identidad va inmediatamente unida al enamoramiento del rey y su matrimonio. Así pués, esconde su carácter femenino para no comprometer su virtud y cuando casualmente se pone de manifiesto su condición el casorio es la solución.
1.- La incongruencia entre la condición de la mujer de la época y el papel masculino de los guerreros. A la desgracia del padre por no tener hijos varones que vayan a la guerra, se le une el hecho de que la mujer carecía entonces de la más mínima preparación y educación en armas.
2.- Así, incuestionablemente, se antepone la salvaguarda de la honra del padre y de la familia con el rey a la propia seguridad de la doncella en la guerra, para la que no ha recibido formación alguna, una cuestión que ni siquiera es tratada de modo marginal.
3.- No obstante, lejos de presentarse en los versos como una obligación directamente impuesta por el orden familiar, la doncella, personificada en la hija menor, parece prestarse voluntaria para el menester guerrero aludiendo precisamente a una “inclinación”. Puede referirse a un sentido de responsabilidad de la doncella sobre los deberes familiares pero también al deseo de una mujer de poder hacer lo mismo que un hombre de su condición social. Desde luego queda clara la diferencia entre el rol que decide adoptar y el del resto de hermanas, mayores, reducidas al papel de mujeres de la casa y al matrimonio más convencional. En cualquier caso la joven decide desarrollar un rol, histórica y socialmente, atribuido al varón.
4.- Lo que la joven puede arriesgar yendo a la guerra es su condición de doncella, es decir, la virtud/virginidad y es por ello que asume el aspecto y el rol de un varón, mediante una especie de antiguo travestismo, negando su feminidad, de modo que pueda pasar desapercibida a los ojos de sus compañeros de armas, siempre circunstancialmente.
5.- Su definitivo y casual descubrimiento no puede poner en peligro dicha virtud, por lo que la solución propuesta de modo inmediato es su matrimonio con el rey que se enamora de ella.
6.-De este modo se recompensa del mejor modo posible la preservación de la virtud por la doncella que acaba siendo conducida al palacio real.
El romance de La Doncella Guerrera, de gran extensión y complejidad en origen, se reconoce fácilmente en la literatura tradicional recopilado en múltiples y diferentes versiones, muchas de ellas resumidas, como es el caso del texto de Cogeces del Monte, en la Meseta norte vallisoletana, así como en lugares alejados entre sí por centenares de kilómetros pero en los que se conservan versiones muy similares. Recientemente tuvimos ocasión de hacer un análisis sobre la versión recopilada en Iniesta (Cuenca), estando ambas caracterizadas por tratarse de versiones muy reducidas en cuanto a extensión respecto del texto del romance original y por poseer los ingredientes básicos del romance primigenio: una introducción al tema, a modo de preámbulo más amplio y explicativo de la historia; un brevísimo nudo que aborda el tiempo de guerrear; y el desenlace que trata el descubrimiento de la doncella de forma casual y su matrimonio inmediato.
La versión amplia de este romance es mucho más explicativa mencionándose el contexto bélico en el que se desarrolla, realizando observaciones al ocultamiento necesario de las carácteristicas mas femeninas de la doncella que ha de disfrazarse escondiendo su condición, etc. y que no renunciamos a exponer a continuación por el interés comparativo entre ambos grupos de versiones.
¡No reventaras, condesa, por medio del corazón,que me diste siete hijas, y entre ellas ningún varón!
Allí habló la más chiquita, en razones la mayor:No maldigáis a mi madre, que a la guerra me iré yo;
me daréis las vuestras armas, vuestro caballo trotón.
—Conoceránte en los pechos, que asoman bajo el jubón. Yo los apretaré, padre, al par de mi corazón.
—Tienes las manos muy blancas, hija no son de varón. Yo les quitaré los guantes para que las queme el sol.
—Conocerante en los ojos, que otros más lindos no son.Yo los revolveré, padre, como si fuera un traidor.
- Al despedirse de todos, se le olvida lo mejor:¿Cómo me he de llamar, padre? Don Martín el de Aragón.
-Y para entrar en las cortes, padre ¿cómo diré yo?
Beso la mano, buen rey, las cortes las guarde Dios.
- Dos años anduvo en guerra y nadie la conoció si no fue el hijo del rey que en sus ojos se prendó.
—Herido vengo, mi madre, de amores me muero yo; los ojos de Don Martín son de mujer, de hombre no.
—Convídalo tú, mi hijo, a las tiendas a feriar,si Don Martín es mujer, las galas ha de mirar.
—Don Martín como discreto, a mirar las armas va:¡Qué rico puñal es éste, para con moros pelear!
—Herido vengo, mi madre, amores me han de matar,los ojos de Don Martín roban el alma al mirar.
—Llevarasla tú, hijo mío, a la huerta a solazar;si Don Martín es mujer, a los almendros irá.
- Don Martín deja las flores, un vara va a cortar:¡Oh, qué varita de fresno para el caballo arrear!
—Hijo, arrójale al regazo tus anillas al jugar: si Don Martín es varón, las rodillas juntará;pero si las separase, por mujer se mostrará.
- Don Martín muy avisado hubiéralas de juntar. Herido vengo, mi madre, amores me han de matar;los ojos de Don Martín nunca los puedo olvidar.
—Convídalo tú, mi hijo, en los baños a nadar. Todos se están desnudando; Don Martín muy triste está:
—Cartas me fueron venidas, cartas de grande pesar, que se halla el Conde mi padre enfermo para finar.Licencia le pido al rey para irle a visitar.
—Don Martín, esa licencia no te la quiero estorbar. Ensilla el caballo blanco, de un salto en él va a montar;por unas vegas arriba corre como un gavilán:
—Adiós, adiós, el buen rey, y tu palacio real; que dos años te sirvió una doncella leal!.
Óyela el hijo del rey, trás ella va a cabalgar.
—Corre, corre, hijo del rey que no me habrás de alcanzar hasta en casa de mi padre si quieres irme a buscar.
Campanitas de mi iglesia, ya os oigo repicar; puentecito, puentecito del río de mi lugar,una vez te pasé virgen, virgen te vuelvo a pasar.
Abra las puertas, mi padre, ábralas de par en par.
Madre, sáqueme la rueca que traigo ganas de hilar,que las armas y el caballo bien los supe manejar.
Tras ella el hijo del rey a la puerta fue a llamar.
El texto de este romance, en todas sus versiones, cuenta con una gran difusión en buena parte de Europa, habiendo sido documentado también en Hungría, Serbia y Grecia. A pesar de que su composición es muy antigua y a diferencia de otros muchos romances, no se recogió en ninguno de los cancioneros ni tampoco en pliegos sueltos de las recopilaciones romancísticas del siglo XVI.
Dentro de la Península Ibérica es conocido y cantado en Cantabria, las dos Castillas, Andalucía, Extremadura, Levante y Cataluña, existiendo igualmente variantes en territorio portugués, donde Menéndez Pelayo señala hasta nueve tipos que recopila en su Antología de Poetas Líricos Castellanos y que considera, junto con las versiones catalanas, como una mera traducción de una fuente fuente castellana común. No obstante, el mismo propone, en virtud de su narrativa, un origen ubicado en el territorio norte de Francia, mientras que el Conde Nigra, estudioso y recopilador de cantos piamonteses, el origen de este romance sería provenzal, dado que la versión amplia del mismo comienza del modo siguiente: “Pregonadas son las guerras de Francia para Aragón…”
Por último, una cuestión más, que no hace sino incidir en su antigüedad, es que también ha sido documentado ampliamente entre las comunidades sefarditas del norte de África, en Tetuán y en Orán, en compendios de romances judeoespañoles, así como del Próximo Oriente, habiéndose recopilado versiones del mismo entre las mujeres hebreas de Esmirna y Estambul.
Consuelo Escribano Velasco
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que significa herido vengo mi madre de amores me muero yo los ojos de don martín son de mujer de hombre no
ResponderEliminarNos q. Significa vs sabes
ResponderEliminarYo no nos díganme pee
Me encanto el romance
ResponderEliminarQue tipo de texto es?
ResponderEliminarA mi me gustaría conocer la relación entre este romance y el cantar chino de Fa Mu Lan, ya que muchos elementos y recursos son idénticos. Si hay algún modo de investigarlo sería un bonito trabajo.
ResponderEliminarY ahí cuáles son las acotaciones? Ayuda plis
ResponderEliminarQué significa la palabra 'conocerante'
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