Actualmente, en prácticamente todas las iglesias de España hay alguna imagen de la Inmaculada Concepción, muchas son obras fabriles que repiten el modelo de Murillo, pero con una estética relamida propia de una mentalidad decimonónica que se extendió hasta mediados del siglo XX, y que debido a ella, y sobre todo tras la Guerra Civil, nuestras iglesias se poblaron de imágenes de escayola y pasta de madera realizadas en los talleres de "El Arte Cristiano" de Olot: no faltan los Sagrados Corazones, Santa Rita de Casia, la Virgen del Carmen o Santa Águeda entre otras tantas. Actualemente cuando pensamos en la Inmaculada Concepción, iconográficamente hablando, pensamos en alguna de las que hizo Bartolomé Esteban Murillo a mediados del XVII, sin duda una gran obra y un gran tema iconográfico pero que se dio de sí en los últimos siglos.
Sin embargo, en nuestra Castilla, el gran artista Gregorio Fernández creó, ex novo, una tipología de la Inmaculada de gran importancia, que tuvo gran demanda en la primera mitad del XVII, y que representaba con gran afianzamiento el dogma que los inmaculistas marianistas estaban difundiendo en su momento. En este caso se representa a la Virgen María con las manos juntas, con gran solemnidad en el rostro, con cabellos simétricos cayendo sobre los hombros y vestida con una túnica y una capa llena de estrellas. Respondía a la visión apocalíptica que el evangelista San Juan nos relata en el capítulo 11: una mujer vestida de sol, con la luna por pedestal y coronada de doce estrellas.
Numerosos conventos, iglesias, santuarios y oratorios de Castilla poseen este tipo de imágenes y en la fachada de la iglesia de Cogeces es la imagen que la preside, realizada en piedra caliza por el escultor cántabro Francisco Coterón Isla imitando el modelo de Fernández. Ésta aparece acompañada de varios santos, como los Padres de la Iglesia y varios santos de nuestra zona.
BIBLIOGRAFÍA: ESCRIBANO VELASCO, Consuelo, HERGUEDAS VELA, Miguel, "La fachada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción", Arcamadre, 14, Cogeces del Monte, 2012, pp. 31-42.
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