El día 13 de agosto de 2015, en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Cogeces del Monte, el Verano Cultural GIHEC 2015 acogió un concierto didáctico de Ismael Peña Poza, que quiso colaborar en nuestra apuesta cultural con una generosidad y amabilidad impresionantes.
Poco sabía Ismael que en realidad se trataba de un sentido homenaje sorpresa que muchos amigos y músicos queríamos brindarle por su aportación a la cultura tradicional y a la cultura en general.
Ismael fue recibido en nuestra casa, en nuestro pueblo, departimos con el, comimos a la misma mesa, compartimos su tiempo, sus conocimientos, con mas amigos, escuchamos sus sabias palabras, admiramos su vitalidad y puesta en escena. En fin, un lujo, un placer, una oportunidad de disfrutarle.
Hacía que no cantaba en Valladolid desde 1975, inexplicablemente.
Ismael, es un referente en la vida de muchos de nosotros y quisimos brindarle nuestro mas sentido agradecimiento. A cambio, recibimos mucho mas de los esperado.
Acompañamos estas líneas con la presentación que de el hizo nuestro querido amigo Pedro Javier Cuz Sánchez, antropólogo y experto investigador de la tradición a quien encomendamos esta tarea tan importante.
En cierta ocasión dejó escrito un autor autorizado como el folklorista debe servir de mediador entre el arte y el que no puede crearlo. Actúa como controlador de un dato que no manipulará a su antojo. No añadirá ni quitará arbitrariamente estrofas a las canciones y romances. Sus anotaciones servirán para estudios posteriores y, sobre todo, una de las funciones principales consistirá en difundir al máximo los temas que recoge para evitar que se pierdan y se anquilosen en sus manos. Tareas todas ellas que, como un alumno aplicado, Ismael ha puesto en práctica a lo largo de toda su vida.
Esta noche rendimos un sentido homenaje a Ismael Peña Poza por parte de todos los vecinos y amigos de Cogeces del Monte, con el GIHEC a la cabeza, en atención a su labor como estudioso de la tradición, de la cultura popular y como recopilador, desarrollada en el curso de más de cuatro década de actividad incesante. Se trata además de un homenaje obligado, desde el mismo instante en que el folklore de nuestra tierra no se puede entender sin su figura, alabada por intelectuales de la talla de Salvador de Madariaga, Gloria Fuertes, de Dalí o el mismo Francisco Umbral. Uno de ellos, Salvador de Madariaga, llegaba a decir de Ismael: “en Ismael, lo oído hace desear lo no oído; en él admiro su arte de raíz popular y flor culta”.
Ismael Peña ha dedicado parte de su vida al trabajo de campo, materializado en sus más variadas vertientes; fruto de ello, es una discografía bien extensa que podremos encontrar a poco que busquemos y una labor de estudio de las diferentes facetas de la cultura popular, a través de la formación de una rica colección etnográfica que no ha guardado para sí, como podría esperarse de un coleccionista celoso, sino que la ha compartido a través de innumerables exposiciones temáticas y charlas, haciendo de lo suyo algo nuestro, algo de todos.
Dentro del mundo de la etnografía castellano y leonesa, Ismael es una figura importante, fundamental diría yo, pero posiblemente poco y mal ponderada. Tal vez la circunstancia, frente a otros conocidos folkloristas, de haber vivido durante bastante tiempo en Francia, donde incluso llegó a ganar algún importante galardón, como el Grand Prix Charles Cros du Disque con su primer LP “Canciones del Pueblo, Canciones del Rey”, ha provocado que su obra no haya trascendido al gran público, al que ha dedicado toda su vida.
Para conocer y encuadrar la importancia de Ismael Peña Poza en el panorama etnográfico de nuestro país es preciso, no obstante, desgranar en algunas pinceladas su biografía, tan fecunda como interesante. Como se recoge en algunas recopilaciones sobre su obra, Ismael Peña Poza nace en 1936 en Torreadrada, una aislada localidad segoviana que por aquellos entonces contaba con apenas doscientos habitantes. Ese aislamiento, tan común en Castilla, jugó en cierto sentido a su favor, ya que los mozos escribían en sus libretas escolares las letras de las canciones que aprendían de sus mayores y las cantaban en la festividad correspondiente, especialmente en tiempos de Semana Santa, donde el romance del arado o el Vía Crucis eran las que más se solían cantar, como encontramos de manera frecuente en los viejos cuadernos manuscritos arrumbados en trasteros y sobrados. En ese ambiente rural pasó sus primeros años. De ahí a Segovia para estudiar bachiller y a Madrid para estudiar la carrera de Filosofía y Letras.
No obstante, Ismael pronto marchará a vivir y trabajar a Francia, en el año de 1960; aquí se topa con las canciones de los cantautores franceses, los cuales marcarán su futuro recorrido vital. En París dará sus primeros recitales basados en temas populares castellanos y en los cancioneros renacentistas españoles, poco tiempo antes de que realice sus primeras grabaciones. El éxito del premio antes mencionado, le va a llevar a profesionalizarse y recorrer con sus recitales países francófonos: Bélgica, Suiza, Marruecos, entre otros tantos.
Mientras, en España, su difusión aún era escasa, prácticamente testimonial, ya que solo algún sello discográfico de segunda fila empieza a editar, casi de forma clandestina, alguno de sus discos. Por estos años, la fama de Joaquín Díaz venía a acaparar todo el panorama del folklore nacional, de ahí que otros especialistas, como el mismo Ismael Poza o una larga nómina de intérpretes, se encontraban posicionados en un segundo plano.
El panorama de la recopilación etnográfica por estos años es, sin duda alguna, más rico de lo que puede parecer. Existe un elevado número de autores, verdaderos eruditos, que cogiendo el testigo de investigadores anteriores como Sánchez Fraile, César Morán Bardón, Agapito Marazuela –uno de los maestros de Ismael-, García Matos, Bonifacio Gil, etc. retomarán la necesaria tarea de recoger, custodiar y difundir un patrimonio, el popular, a través de las canciones, los romances y la oralidad, en franca vía de desaparición. Y es que Ismael Peña Poza comienza a hacer público su trabajo en un momento clave, la década de los 60 del pasado siglo, precisamente en la etapa en que el mundo rural comienza su lento y definitivo declive y se embarca, a un elevado precio como todos sabemos, en una lenta industrialización y éxodo rural, que llevará a la consabida desaparición y transformación de nuestra cultura tradicional. La labor de Ismael, preservador de la tradición, ha sido a lo largo de las últimas cinco décadas inmensa y hasta cierto punto impagable.
Desde que en 1966 publicara el disco titulado “La Tarara”, provocó que en ambientes universitarios se comenzara a hablar de Ismael Peña. En 1968, publica una colección de canciones populares y romances de los siglos XV y XVI, bajo el título de “Florilegio de España”, canciones que Ismael había cantado por casi toda Europa y norte de África poco tiempo antes. Por estos años comienza a escribir temas propios de contenido social, entroncados en lo que dio en llamar canción protesta. Fruto de ello, es la publicación del disco “Últimas noticias. Después del silencio”, salido a la luz en el año de 1968. Tal fama adquiere que incluso tendrá un pequeño papel en la película de Iván Zulueta titulada 123 Al escondite inglés, cantando su conocida “Tarara”, popularizando aún más si cabe este tipo de música.
En 1969, de vuelta de Francia, Ismael se afinca en Madrid primero y en Segovia poco después. Es el momento en que nuestro homenajeado comienza a difundir de forma incansable la cultura popular y, sobre todo, la música emanada del pueblo en programas de televisión y a través de sus discos. Aunque Ismael hará algún disco más en solitario, en 1974 debutará en un programa de TVE titulado “La Banda del Mirlitón” dedicado al folk español, el cual se emitía todos los sábados por la mañana. El programa se mantendrá casi cinco años en antena y será altavoz del folklore español. Dado su éxito, el cantante dedicará sus mayores esfuerzos a la creación del grupo “Ismael y la Banda del Mirlitón”, oscureciendo notablemente sus discos en solitario, que cada vez salen al mercado de manera más espaciada.
En 1976 participará en la grabación y producción de un LP titulado “Segovia Viva” que alcanzará la categoría de referencia de la música popular castellana. En el mismo llega a colaborar uno de los folkloristas más importantes de toda Castilla y León, como es Agapito Marazuela, que contaba por entonces 85 años de edad, el dulzainero Joaquín González y la conocida agrupación Nuevo Mester de juglaría.
A partir de la década de los 80, Ismael se entregará a uno de sus proyectos más queridos, el trabajo de campo etnográfico. Y lo hace en un momento que se puede considerar clave para el desarrollo de la etnografía castellano y leonesa, al coincidir con la incipiente creación de las comunidades autónomas. Por estas fechas, la etnografía española, clara deudora de la figura de don Julio Caro Baroja, maestro de mi propio maestro Antonio Cea Gutiérrez, comienza a dar un salto cualitativo gracias al impulso de los organismos oficiales y de las universidades, que otorgarán a la etnografía el carácter científico que había adolecido hasta el momento.
En este contexto, destacarán una serie de figuras como la del mismo Ismael Peña en el ámbito segoviano, José Ramón Cid, Pilar Magadán y Ángel Carril en el salmantino, Luis Díaz Viana en el soriano y Luis Cortés en el zamorano, por mencionar algunos de los más importantes, que sirven de nexo de unión entre la recolección por parte de los folkloristas y la etnografía más académica de los antropólogos. La interacción de ambos sustentará el edificio del estudio de la cultura popular a partir de estos años.
Fruto del interés de Ismael por este aspecto del folklore, continuará recopilando no solo canciones y romances, gracias a lo cual se siguen enriqueciendo los cancioneros regionales, sino también numerosos objetos e instrumentos, formando una de las mayores colecciones etnográficas del territorio nacional. Labor que no acababa con el simple acaparamiento de objetos, sino que emprendió la tarea de organizar numerosas exposiciones en todo el territorio nacional y también en el extranjero. Complementaria a esta labor, fue la puesta en escena de un ambicioso programa de conferencias y cursos en universidades españolas y francesas. Fruto de ello, es la consecución de numerosos galardones que han venido a reconocer su esfuerzo, recibiendo en 1999 el Premio Nacional de Folklore, uno de los más importantes del panorama nacional.
No quiero terminar estas palabras de homenaje sin hacer un alegato al futuro del folklore en nuestras tierras. Por desgracia, la labor de Ismael Peña Poza no cuenta con continuadores, como él hiciera con su maestro Agapito Marazuela, por más que en la actualidad las nuevas generaciones de investigadores hayan vuelto sus miradas al mundo rural. Los modos de vida tradicional han desaparecido, bien es verdad, pero aún nos quedan algunos de sus protagonistas (y aquí quiero mencionar a una de mis más queridas informantes cogezanas, la señora Teódula). A través de esta vía de acercamiento a la cultura tradicional, a la que ha dedicado toda su vida Ismael, entenderemos los lazos que nos unen con nuestro pasado.
Muchas gracias. Buenas noches
En Cogeces del Monte, 13 de agosto de 015
El homenaje continuó con una aportación musical de varios amigos a quienes damos las gracias desde aquí: Angel Lévid, Ramiro González, Mónica Supiot, Esther Díez y Consuelo Escribano quienes le dedicaron algunos temas tradicionales y su famoso Dónde Vas carpintero.
Otros muchos músicos estuvieron con nosotros y aún a riesgo de no citarlos a todos, es de justicia intentarlo: Luis Pedraza, Francisco Moldón, Elías Martínez, Carlos Otazo, Antonio Ruano Gómez.
Tras esta presentación comenzó el concierto didáctico en el que Ismael desgranó muchos de sus temas como cantautor y folkloristas prolongándose a lo largo de mas de dos horas en las que disfrutamos de romances, jotas, poemas, cantos de siega y de trabajo. Coreamos lo que pudimos y como pudimos los romances tradicionales y , con admiración, participamos y escuchamos por igual.
Una parte importante de esta actuación la constituyó la magnífica colección de instrumentos y utensilios utilizados en la generación de la música popular, que Ismael hizo sonar perfectamente, incluyendo una zanfona de mas de 150 años de antigüedad.
Desde Cogeces del Monte, mil gracias a todos. Mil gracias a Ismael. Este homenaje mas que merecido no ha sido mas que el inicio de una larga cadena de ellos. Reconocimiento merece, así que adelante con ello. Nosotros nos sentimos orgullosos de haber podido tenerte como amigo y de homenajearle.