sábado, 23 de marzo de 2013

EL MONUMENTO DE JUEVES SANTO

Para algunos, este será un tema que parece desfasado, para otros algo que únicamente queda en la memoria y de lo que únicamente los estudiosos se pueden dedicar. Pero, tras sacar varias conclusiones, este elemento que custodiaba el Cuerpo de Cristo durante la noche del Jueves al Viernes Santo, fue el centro de movimiento de grupos sociales que acudían a la guardia que en torno a él se hacía. Por ello, era el único punto de luz en las parroquias, y también un elemento que creaba competitividad entre ellas, ya hablemos de ciudad o de conjuntos de pueblos. Tal es así, que el movimiento de estos grupos de personas: ya sean barrios, gremios, asociaciones públicas o cofradías, empezaron a acudir en cierto orden a la adoración de este elemento. De esta forma aparecieron las procesiones de Jueves Santo, que en medio de la penitencia pública que algunos hacían, otros, acudían en orden a hacer estación a la iglesia mayor de cada lugar. 

En Cogeces, además del recuerdo de muchas personas, que rememoran siempre la cantidad de velas y flores que se ofrecían y el carácter monumental de este elemento que se colocaba en el centro de la iglesia, nos quedó escrito el testimonio de Teodosio Arribas en sus escritos sobre las celebraciones de Semana Santa... el monumento que describe acabó desmontado y desaparecido para siempre, ya que actualmente estos elementos no tienen uso y están fuera de contexto. No obstante, su lectura nos evoca la emoción con la que se vivían los días de la Semana Santa y sobre todo la participación del pueblo en estos actos, que tienen una base religiosa pero que su entorno es totalmente social. 

Os dejamos la descripción que se hace del monumento de Jueves Santo que se colocaba en al iglesia parroquial de la Asunción, que ya publicamos junto con todas las reflexiones el año pasado. 


"Martes y Miércoles Santo se ponía el monumento. Este emblema del Cenáculo para Cogeces siempre fue una preciosa maravilla y un lugar de respeto y acendrada devoción. Ante él se han postrado ricos y pobres, altos y bajos, grandes y pequeños, ancianos y niños, buenos y malos, porque también los malos en Semana Santa tienen actos de contrición. Ante el Monumento se ha derretido mucha cera, ha lucido mucho aceite, se han quemado cirios, se ha rezado mucho. Para mi pueblo, repito, el Monumento constituyó un poema de amor: en él ha sido expuesto el Santísimo y eso basta. En cuanto a la forma y piezas que lo integraban, algún día fue la admiración de todos; hoy el deterioro y la polilla han desfigurado su primitiva solidez y colorido, de tal forma, que desde el año 1951 hemos tenido que prescindir de él y sustituirle provisionalmente por otro que se basa en unas sábanas y colchas. Dicho monumento antiguo poseía doce escaleras en cuyo fondo verde y encarnado y con letras bien legibles se leía en latín las palabras de San Pablo: "Cristo se hizo hombre y obediente hasta la muerte y una muerte de cruz". Al uno y al otro lado de las escaleras había una barandilla color verde con una balaustrada torneada que servía para colocar velas o luces al Santísimo. Arriba, en las mencionadas escaleras, se apoyaba un arco de madera de color rosa y al remate del arco descansaba la Santa Faz, vulgarmente llamada la Cara de Dios o Divino Rostro con los atributos de la Pasión: escaleras, tenazas, martillo, esponja y corona de espinas, todo ello sobre una sábana blanca, símbolo de la Sábana Santa de la Verónica. En el centro del Monumento, sobre un sólido y grueso tablero, una mesa sobre la que se posaba la custodia dorada, donde se encerraba el Divino Prisionero expuesto a la veneración pública. Era cerrada la custodia con llave de oro y sobre ella, se colocaban las tres varas de la justicia, donde permanecían hasta el día de Pascua, en cuyo ofertorio de la misa, el sacerdote las distribuía entre la misma justicia.
Ambos laterales se veían rematados por dos lienzos de pincel desconocido, tamaño dos metros de alto por metro y medio de ancho. Figuraba en uno, el Ecce Homo, o sea, Jesús y Pilatos ante el balcón en el momento de ser expuesto a Barrabás; y en el otro, la flagelación o el Señor atado a la columna. Por fin, otros dos lienzos representaban en tamaño natural dos soldados de la guardia romana, vestidos a la usanza, con espada y lanza en actitud de guardar el sepulcro del Señor. 
Tales eran las piezas que constituían el antiguo Monumento, que tantos recuerdos nos dejó, porque ya no lo volveremos a ver puesto. Las horas divinas de los tres días del Jueves, Viernes, Sábado Santo.

Para conocer más sobre este elemento:

HERGUEDAS VELA, Miguel, “Contexto y evolución en torno al monumento de Jueves Santo”La Semana Santa: Antropología y Religión en Latinoamérica II. ALONSO PONGA, José Luis (Coord.). Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid 2010. pp. 355-361. ISBN: 978-84-96864-48-1.


domingo, 10 de marzo de 2013

LOS PASTORES DE COGECES DEL MONTE EN EL TEATRO POPULAR


COPLAS DE PASTORES, O UNA BROMA DE CARNAVAL

Transcripción de la obra de Teodosio Arribas, 1921.


Consuelo Escribano Velasco y Manuela Gutiérrez López. 

Teodosio Arribas
La obra escrita a finales del primer tercio del siglo XX es un texto breve pero sin duda de una densa información a cerca de los pleitos entre agricultores y pastores en Cogeces, los topónimos del término municipal, los nombres y apodos de los pastores de la época, sus costumbres, indumentaria, animales, su corporativismo y protección frente a los conflictos que a causa del ganado pudiera haber, la existencia de guardas del campo, los problemas a los que la justicia y los damnificados habían de enfrentarse. 

La introducción nos presenta el lugar de encuentro, en la taberna, entre personajes singulares siendo el hilo conductor del prólogo la conversación del maestro y la tabernera, conocida como la Coca. Se van uniendo los agricultores, quienes personifican la parte demandante en el pleito. 

Teodosio Arribas fue, sin ninguna duda, un hombre de inquietudes culturales, que, entre otras muchas cosas, tuvo la aficción de escribir y a quien debemos mucha información sobre su mundo y cómo el lo veía, a través de documentos sencillos que en el mundo de la investigación son conocidos como “las escrituras cotidianas”. 
Chozo llamado de Monago. 

Transcribimos, en esta ocasión, su obra Coplas de pastores o Coplas de carnaval, para el disfrute de todos nuestros lectores. 

D. Salvador: Buenas Tardes Sra. Juliana. 

Sra. Juliana: Buenas tardes Don Salvador ¿Qué se le ofrece? 

Don Salvador: Ponga un chato de vino tinto y un charrillo. Hay que ver, no pasan los años por usted Sra. Juliana. 

Sra. Juliana: ¡Ay Don Salvador, qué cosas tiene usted!. Y lo pasao, pasao. 

(Vienen los labradores a jugar la partida y a echar un chato de vino. Un labrador se dirige al maestro) 

Labrador: ¿Qué tal los chavales hoy? ¿Ha estado muy alborotado el gallinero? 

Don Salvador: Como todos los días hijo, con sus bromas y sus diabluras. Y abrazando poco los libros. 

(Salen mas labradores comentando y a coro saludan a la cantinera) 

Todos: Buenas tardes Sra. Juliana. 

Sra. Juliana: Buenas tardes fumistas ¿Qué vais a tomar? 

Labrador 1: Pónganos unos cacahuetes y unos chatos Señora Juliana. 

Labrador 2: Y una baraja pa jugarnos los reales hoy, a ver donde queda la suerte. 

Labrador 1: ¡Vaya la que le han preparado al tío Desiderio!. 

Sra. Juliana: ¿Y qué le ha pasado? 

Labrador: Que le han careado la avena. La cosa está muy fea. 

Sra. Juliana: pues si es cosa de pastores ya veremos en lo que queda. 


PRIMERA PARTE. 

Si quieren saber señores quien se ha comido la avena, unos dice que Farruco, otros que el hijo la Eusebia, otros dicen que fue churro y el Churro nada contesta, pero Catujo declara que el Churro no pisó en ella, que le ha visto en la Solana atándose las correas, en compañía del chico, del buche y de la perra. 

El Churro por replicar, dice que el daño en la avena le ha causado el tío roñero o el pastor del tío Cadenas. 

El tío roñero enfadado echa sapos y culebras, diciendo que aquel día se encontraba en Peroleja, que habrá sido Merlucero que anduvo en Valdelamuela tomando un caldero de leche con su esposa Magadalena. Pero merluzo declara que esa no es verdad cierta, que aquel día estuvo en casa golpeando las cencerras y para probar verdad pone al chico la borrega. Pero Lupinio declara que el ya de nada se acuerda. 
Foto: José María Sacristán

Salen los guardas del campo a reconocer la huella pero los torpes no saben si es de cabra o de oveja, sólo que en un cornijal han hallado cuatro huellas de albarca de automóvil y Flores es quien las lleva. 

Pero Flores que comprende que la capa se le quema, dice que el tío Pelamangos anduvo cerca de ella. 

El hijo del tío Sevitos que no sale de las era, dice que Santos, el Moro, anduvo por la Piquera y que el cabrero de Cristo iba con el alma a cuestas corriendo tras de las cabras, en dirección a la avena, pero Julián Remiso las ha soltado la perra y Pelamangos, el chico, hizo la misma proeza, de suerte que está probado que antes de llegar a ella quedaron bien detenidas sin que comieran la avena. 

Pues el Muella y su cuñado, dicen que por la Chorrera anduvbieron aquel día embadajando cencerras y que oyeron a Vitorio que los Riegos por la senda rabonaron bien los trigos y acaso también la avena. 

Manifiesta sinforoso que el anduvo por Contera y que su padre y su hermano fueron por la Raposera. 

Olegario, el cabrero, bien claro lo manifiuesta, que Chicola y teresón allí durmieron la siesta, mas estos buscando excusas quieren cargarles la mecha al chico de Paliquero y al zagal del tío tormenta por que allí tiene la rede y llevan pocas ovejas, sin hierro pues suenan mal y no parecen cencerras. Solo que los guardias dicen que todo es una pamema, que la huella no es de chico si no de grande y con fuerza. 

Merlucero padre dice a qué darlo tantas vueltas, de Isaac y sanguijuelo son las dos redes primeras; estos saltan como corzos y sin pelos en la lengua declaran que fue chivito por descuido que tuviera. 

Chivito, muy sosegado, dice: téngase en cuenta que con Prudencio, el Moro, estuve en Valdelaperra y que lo prueba en acto con Farruco Panaleta y con Jesús el Pedrito que estaba en la Peñuela. 

Fortunato Sanguijuelo, el que la cabrada arrea, dice que Chucho es el reo por atropellar la avena; a Chucho, que igual le da veinte en bastos que cuarenta, como es pastor del alcalde ni declara ni lo niega. 

Desiderio que es el amo de la careada avena dice que no se conforma, siga adelante la comedia y provisto de papel, con su tintero y las pruebas, ha presentado denuncia y al juzgado se la lleva, ante las barbas del juez, que examine bien las pruebas y en la otra segunda parte, veremos en lo que queda. 

SEGUNDA PARTE 

Foto: José María Sacristán
Comparecen al juzgado con el palo y la zamarra el hijo del Paliquero, el primero que declara. Este culpa a chivito, Chivito a Pelamangos, Pelamangos a Jesús, a Fortunato y a Santos. Santos mira a Tormenta, Tormenta que ha sido Muelle, Muelle que Prudencio, el Moro…y así ninguno se entiende. 

Por que Isarrico les culpa a Churro y a Teresón, estos culpan a Merluza, a Remiso y Lupinión. Lupinión a los tres Riegos, estos que ha sido Olegario, Olegario que Sevitos, Sevitos que ha sido Ignacio. Catujo es el mas formal y delata al tío Roñero, el tío Roñero a Isaac, Isaac a Cristo, el cabrero. 

Entre chicola y el Chucho debe andar el perejil, pero Victorio replica no debe ser esto así. 

El juez todo renegado no sabe qué preguntar y el secretario le dice ¿Cómo va usted a sentenciar? 

El fiscal malhumorado se queda mirando a todos: señores, es imposible, aquí se condena a todos. 

Los guardas bajan la vista sin atreverse a mirar, que su conducta les dice vais a tener que pagar. 

Por que Desiderio pide que le pongan dañador y las pruebas no declaran delatando algún pastor. 

Los adjuntos se sonríen y mirando al juez de paz van diciendo con la vista…a la cascajera a cobrar. 

El tío Leocadio es el juez, mejor sería si no fuera, que en juicios como el presente no se dicta bien sentencia. 

El alguacil disgustado, aunque no lo manifiesta, tira el gorro por el suelo al ver perdidas sus dietas. 

El secretario que es lince al juez dice un recadillo, este ordena que se salgan los pastores al pasillo. 

El tribunal delibera en armonía de todos, que paguen a prorrateo el daño, costas y todo; y en una firme sentencia el resultado dispone, que pues el daño es de ovejas paguen todos los pastores. 

Mas estos no se conforman y apelan a peñafiel, que es cabeza de partido y les ampara la ley. Más nunca falta quien media limando asperezas diciendo: chicos a escote todos paguemos las berzas. 

Al juez como al secretario llenándolos de improperios depositan las pesetas y el juicio queda cubierto. 

Así son todos los juicios tratándose de pastores, no aparece la verdad aunque se hunda la torre. 

Pobrecillo Desiderio, no vuelve mas al juzgado, le han careado la avena y no le pagan el daño y los pastores se ríen cuando salen del juzgado. Pobrecillo Desiderio, no vuelve mas al juzgado, pues si se quiere pelar tiene que ser él pelado.
Foto: José María Sacristán

Consuelo Escribano Velasco y Manuela Gutiérrez López. 

sábado, 2 de marzo de 2013

ROMANCE DE LA DONCELLA GUERRERA.

Comentarios a la versión recopilada en Cogeces del Monte, Valladolid. Por Consuelo Escribano Velasco. 

En Sevilla a un sevillano siete hijos le dio Dios, 

Y tuvo la mala suerte que ninguno fue varón. 

Un día a la más pequeña le tiró la inclinación 

de ir a servir al Rey vestidita de varón. 

No vayas, hija, no vayas que te van a conocer, 

tienes el pelo muy largo y verán que eres mujer. 

Si el pelo llevo muy largo padre, me lo cortaré 

que con el pelo cortado un varón pareceré. 

Siete años peleando y nadie la conoció 

hasta montar al caballo la espada se le cayó. 

Maldita sea la espada y maldita sea yo 

y el Rey que la estaba viendo de ella se enamoró. 

Ya celebraron la boda y con ella se casó, 

montadita en su caballo a palacio la llevó. 


Ignoraba, cuando empecé este gusto por descifrar lo antiguo, lo grato que sería investigar, aprender y compartir eso que precisamente tanto me interesaba y éste es sólo uno de los muchos ejemplos. El trabajo de recopilar romances y estudiar su significado se muestra como un atractivo entretenimiento y un aprendizaje constante, tanto por el significado que encierran en su origen como por las transformaciones a las que se han visto sometidos a lo largo del tiempo y su actualidad a día de hoy: intérpretes, ocasiones, versionados, etc. 

El romance español es una de nuestras específicas manifestaciones culturales que retrotrae sus raíces a épocas antiguas y fue generalizándose en el siglo XV. Se caracteriza por su compostura rimada, su brevedad, por ser de creación anónima, por su difusión popular y por ser un elemento de la cultura tradicional que ha ido transformándose a lo largo del tiempo, por lo que abundan las versiones de los temas tanto en su contenido literario como en su interpretación musical. 

Con la firme decisión de documentar, entre otras muchas cuestiones relativas al patrimonio cultural, los romances vivos aún en nuestros pueblos, algunos estudiosos locales se han propuesto no sólo recuperar texto y música sino entender su significado y comprender su importancia a lo largo del tiempo, su dispersión y su antigüedad. En nuestro caso, nos ocuparemos de uno de aquellos romances cantados de manera exclusiva por las mujeres, muchas veces protagonistas de aquéllos y encargadas seculares de mantener en sus comunidades la oralidad del conocimiento. 

El romance de La Doncella Guerrera es un texto muy popular que todavía hoy es interpretado en muchos pueblos de la geografía española y empieza con la siguiente cantinela: “En Sevilla a un sevillano….” 

Éste ha sido el recuerdo de muchas personas a lo largo de los años, repetido, reiterado y transmitido de generación en generación. En Cogeces del Monte, el romance fue recopilado y documentado por Joaquín Díaz hace mas de 30 años, aunque no se ha realizado ningún trabajo específico sobre el mismo hasta ahora y esa es la tarea en la que me he embarcado. Así, este romance ha sido grabado en julio de 2012 a Milagros Molpeceres. 

El texto trata el antiguo tema de la virgo bellatrix/doncella guerrera, para el que han querido buscarse conexiones con el mundo clásico griego e incluso se han propuesto algunas conexiones orientales. Lo cierto es que ya a comienzos del siglo XVI, en el prólogo de la dedicatoria de la Crónica del muy valiente y esforçado cavallero Platir, editado en la imprenta de Nicolás Tyerri (Valladolid, 1533), aparecen datos directos sobre aquellas mujeres que se señalaron en el esfuerzo de las armas, como Florinda, hija del rey Tarnaes de Lacedemonia, y que éstas eran del agrado de los señores. En este mismo siglo XVI, en la comedia Aulegraphia, Ferreira de Vasconcellos pone en boca de uno de sus personajes los primeros versos del romance original. 

Pero, más allá de la aparición en la narrativa caballeresca española, el tema de la doncella guerrera encerraba una larga tradición oral protagonizando historias desde la antigüedad remota de dos formas claras. En unas ocasiones se trataba de aguerridas guerreras, amazonas belicosas por naturaleza y educación e inicialmente andrófobas; mientras que, en otros casos, las protagonistas son doncellas que han de dedicarse a los menesteres de la guerra practicando la caballería, transformadas en varones, encubriendo su propio sexo, sólo de un modo circunstancial. Este último es el caso que nos ocupa. 

La figura femenina, no podemos obviarlo, ha constituido el eje primordial de muchísimos romances, otorgándole siempre un papel filtrado desde la óptica del varón que tergiversa el papel que ella ha de jugar, a su conveniencia y convirtiendo a la mujer en la depositaria de la honra del varón, en este caso, del padre. 

Sobre las versiones de este romance, muy numerosas por cierto, han llegado a clasificarse en dos grandes grupos fundamentales: uno constituido por la más compleja y original, que colocamos en el texto más abajo, y otro por las variantes más breves a las que, a veces, se otorga un cierto carácter infantil, a las que respondería la versión recopilada enCogeces del Monte, Valladolid. 

En este singular y extendido romance, cuya versión abreviada se conserva en numerosos lugares, la figura femenina de la famosa virgen/doncella guerrera (virgo bellatrix) está personalizada en la menor de siete hermanas sevillanas –circunstancia que parece hacer del padre un desgraciado, ya que carece de descendencia de varones-, cuya “inclinación” le hace prestarse de forma voluntaria para ir a la guerra, constituyendo la solución absoluta y definitiva a la desgracia paterna. Esta cuestión, solventada para cubrir la honra de un padre sin hijos varones que había de afrontar esta obligación con el rey, al objeto de acudir a guerrear con honor, hace necesario que la doncella deba travestirse de hombre. Así, de un modo sencillo, en estas versiones breves se expone que ha de cortarse el pelo, mientras que en otras más complejas se alude, además, al fajado del pecho, a la necesidad de curtir la blancura de la piel, etc. No obstante, la condición femenina de la protagonista no puede ser completamente ocultada, de ahí que de su feminidad oculta bajo el disfraz lo único que le queda visible, es su “carita de mujer”, en la versión cogezana el pelo largo, (sus ojos de mujer en las versiones amplias), una cuestión que puede comprometer sus relaciones con otros varones. 

La doncella debe guerrear pero salvaguardando su honor, por lo que si se ve descubierta se prevé su vuelta al hogar transformada de nuevo en la doncella sumisa que se espera que sea. En la versión recogida en Cogeces del Monte,, de forma súbita, la revelación de su verdadera identidad va inmediatamente unida al enamoramiento del rey y su matrimonio. Así pués, esconde su carácter femenino para no comprometer su virtud y cuando casualmente se pone de manifiesto su condición el casorio es la solución. 

Como vemos, en este romance se exponen de forma clara varias cuestiones:

1.- La incongruencia entre la condición de la mujer de la época y el papel masculino de los guerreros. A la desgracia del padre por no tener hijos varones que vayan a la guerra, se le une el hecho de que la mujer carecía entonces de la más mínima preparación y educación en armas. 

2.- Así, incuestionablemente, se antepone la salvaguarda de la honra del padre y de la familia con el rey a la propia seguridad de la doncella en la guerra, para la que no ha recibido formación alguna, una cuestión que ni siquiera es tratada de modo marginal. 

3.- No obstante, lejos de presentarse en los versos como una obligación directamente impuesta por el orden familiar, la doncella, personificada en la hija menor, parece prestarse voluntaria para el menester guerrero aludiendo precisamente a una “inclinación”. Puede referirse a un sentido de responsabilidad de la doncella sobre los deberes familiares pero también al deseo de una mujer de poder hacer lo mismo que un hombre de su condición social. Desde luego queda clara la diferencia entre el rol que decide adoptar y el del resto de hermanas, mayores, reducidas al papel de mujeres de la casa y al matrimonio más convencional. En cualquier caso la joven decide desarrollar un rol, histórica y socialmente, atribuido al varón. 

4.- Lo que la joven puede arriesgar yendo a la guerra es su condición de doncella, es decir, la virtud/virginidad y es por ello que asume el aspecto y el rol de un varón, mediante una especie de antiguo travestismo, negando su feminidad, de modo que pueda pasar desapercibida a los ojos de sus compañeros de armas, siempre circunstancialmente. 

5.- Su definitivo y casual descubrimiento no puede poner en peligro dicha virtud, por lo que la solución propuesta de modo inmediato es su matrimonio con el rey que se enamora de ella. 

6.-De este modo se recompensa del mejor modo posible la preservación de la virtud por la doncella que acaba siendo conducida al palacio real. 

El romance de La Doncella Guerrera, de gran extensión y complejidad en origen, se reconoce fácilmente en la literatura tradicional recopilado en múltiples y diferentes versiones, muchas de ellas resumidas, como es el caso del texto de Cogeces del Monte, en la Meseta norte vallisoletana, así como en lugares alejados entre sí por centenares de kilómetros pero en los que se conservan versiones muy similares. Recientemente tuvimos ocasión de hacer un análisis sobre la versión recopilada en Iniesta (Cuenca), estando ambas caracterizadas por tratarse de versiones muy reducidas en cuanto a extensión respecto del texto del romance original y por poseer los ingredientes básicos del romance primigenio: una introducción al tema, a modo de preámbulo más amplio y explicativo de la historia; un brevísimo nudo que aborda el tiempo de guerrear; y el desenlace que trata el descubrimiento de la doncella de forma casual y su matrimonio inmediato. 

La versión amplia de este romance es mucho más explicativa mencionándose el contexto bélico en el que se desarrolla, realizando observaciones al ocultamiento necesario de las carácteristicas mas femeninas de la doncella que ha de disfrazarse escondiendo su condición, etc. y que no renunciamos a exponer a continuación por el interés comparativo entre ambos grupos de versiones. 

Pregonadas son las guerras de Francia para Aragón,¡Cómo las haré yo, triste, viejo y cano, pecador!
¡No reventaras, condesa, por medio del corazón,que me diste siete hijas, y entre ellas ningún varón!
Allí habló la más chiquita, en razones la mayor:No maldigáis a mi madre, que a la guerra me iré yo;
me daréis las vuestras armas, vuestro caballo trotón.
—Conoceránte en los pechos, que asoman bajo el jubón. Yo los apretaré, padre, al par de mi corazón.
—Tienes las manos muy blancas, hija no son de varón. Yo les quitaré los guantes para que las queme el sol.
—Conocerante en los ojos, que otros más lindos no son.Yo los revolveré, padre, como si fuera un traidor.
- Al despedirse de todos, se le olvida lo mejor:¿Cómo me he de llamar, padre? Don Martín el de Aragón.

-Y para entrar en las cortes, padre ¿cómo diré yo?
Beso la mano, buen rey, las cortes las guarde Dios.
- Dos años anduvo en guerra y nadie la conoció si no fue el hijo del rey que en sus ojos se prendó.
—Herido vengo, mi madre, de amores me muero yo; los ojos de Don Martín son de mujer, de hombre no.
—Convídalo tú, mi hijo, a las tiendas a feriar,si Don Martín es mujer, las galas ha de mirar.
—Don Martín como discreto, a mirar las armas va:¡Qué rico puñal es éste, para con moros pelear!
—Herido vengo, mi madre, amores me han de matar,los ojos de Don Martín roban el alma al mirar.
—Llevarasla tú, hijo mío, a la huerta a solazar;si Don Martín es mujer, a los almendros irá.
- Don Martín deja las flores, un vara va a cortar:¡Oh, qué varita de fresno para el caballo arrear!
—Hijo, arrójale al regazo tus anillas al jugar: si Don Martín es varón, las rodillas juntará;pero si las separase, por mujer se mostrará.
- Don Martín muy avisado hubiéralas de juntar. Herido vengo, mi madre, amores me han de matar;los ojos de Don Martín nunca los puedo olvidar.
—Convídalo tú, mi hijo, en los baños a nadar. Todos se están desnudando; Don Martín muy triste está:
—Cartas me fueron venidas, cartas de grande pesar, que se halla el Conde mi padre enfermo para finar.Licencia le pido al rey para irle a visitar.
—Don Martín, esa licencia no te la quiero estorbar. Ensilla el caballo blanco, de un salto en él va a montar;por unas vegas arriba corre como un gavilán:
—Adiós, adiós, el buen rey, y tu palacio real; que dos años te sirvió una doncella leal!.
Óyela el hijo del rey, trás ella va a cabalgar.
—Corre, corre, hijo del rey que no me habrás de alcanzar hasta en casa de mi padre si quieres irme a buscar.
Campanitas de mi iglesia, ya os oigo repicar; puentecito, puentecito del río de mi lugar,una vez te pasé virgen, virgen te vuelvo a pasar.
Abra las puertas, mi padre, ábralas de par en par.

Madre, sáqueme la rueca que traigo ganas de hilar,que las armas y el caballo bien los supe manejar.

Tras ella el hijo del rey a la puerta fue a llamar.

El texto de este romance, en todas sus versiones, cuenta con una gran difusión en buena parte de Europa, habiendo sido documentado también en Hungría, Serbia y Grecia. A pesar de que su composición es muy antigua y a diferencia de otros muchos romances, no se recogió en ninguno de los cancioneros ni tampoco en pliegos sueltos de las recopilaciones romancísticas del siglo XVI. 

Dentro de la Península Ibérica es conocido y cantado en Cantabria, las dos Castillas, Andalucía, Extremadura, Levante y Cataluña, existiendo igualmente variantes en territorio portugués, donde Menéndez Pelayo señala hasta nueve tipos que recopila en su Antología de Poetas Líricos Castellanos y que considera, junto con las versiones catalanas, como una mera traducción de una fuente fuente castellana común. No obstante, el mismo propone, en virtud de su narrativa, un origen ubicado en el territorio norte de Francia, mientras que el Conde Nigra, estudioso y recopilador de cantos piamonteses, el origen de este romance sería provenzal, dado que la versión amplia del mismo comienza del modo siguiente: “Pregonadas son las guerras de Francia para Aragón…” 

Por último, una cuestión más, que no hace sino incidir en su antigüedad, es que también ha sido documentado ampliamente entre las comunidades sefarditas del norte de África, en Tetuán y en Orán, en compendios de romances judeoespañoles, así como del Próximo Oriente, habiéndose recopilado versiones del mismo entre las mujeres hebreas de Esmirna y Estambul. 

Consuelo Escribano Velasco

BIBLIOGRAFÍA

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García Mateos, R.; 1991: Romances y cuentos de la emigración. Primera aproximación a partir de una encuesta en Tierras de Cataluña. Revista de Folklore 123, pp. 95-108. Valladolid

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